jueves, 18 de diciembre de 2008

Cartas a una mujer casada II

Señora: días pasados, cuando el calor estaba a punto de volvernos locos a todos los habitantes de éste humilde e inagotable país, acostado sobre lo que creí sería lo más fresco, el piso de mi casa, cerré como pude los ojos y me puse a recordar lo bueno y rico en experiencias vividas que fué mi juventud. Aún hoy me siento con bastante fuerzas, pero no sé si puedo llamar a este paso del tiempo "juventud". Más bien... Madurez? Las experiencias acumuladas marcan las diferencias entre una y otra época. Ahora pregunto...¿Amé con mayor intensidad antes, o lo estoy haciendo ahora? Puede un joven de veintitantos años sentir la intensidad del amor de un hombre maduro? No hay un aparato capaz de medir estos sentimientos. Pero sí puedo testificar que aquello fue tal vez novedoso, y por ello el comportamiento. y Lo de ahora? se pregunta usted... Y le contesto: Lo de ahora es sentimiento viejo, curtido, con callos que se llegan a sentir en los días que el tiempo está por convertir en lluvia, que sabe el momento en que llegar con palabras bien pensadas, dichas por el marino que si sabe que su barco puede encallar en cualquier momento. Así como hay estrellas que brillan en el cielo de manera diferente y anuncia cambio de tiempo, así veo los sentimientos de un hombre maduro. El joven se apasiona. El viejo maneja esta pasión. En fin, usted dirá que estoy en lo cierto, o que me estoy convirtiendo en un viejo chocho. Me despido de usted con el amor que se ha ido fortaleciendo con el paso de los años. Suyo, por siempre.

1 comentario:

mito vera mercado dijo...

No sé si los hombres sentirán tan diferente. Pero el amor siempre me toma de sorpresa como una tempestad y me deja temblando. El amor no ha cambiado para mí, es siempre ese insondable sentimiento que duele y produce gozo, que hace llorar y reir por el puro gusto de reir. Me parece que vos sos el viejo, no el amor. o a lo mejor, la vieja es tu chica, hermano y necesitás una nueva. Ruth