viernes, 7 de enero de 2011

Papá.

Tengo sangre de la tuya,
y lo digo con orgullo.
tenemos las mismas ideas,
y casi los mismos gustos.
El tiempo ha gastado mi rostro
para que se asemeje al tuyo,
como copia renovada de vida,
así como la mar se parece al río.
Somos casí aguales,
pero diferentes.
Tu paso va siempre al frente,
yo, en cambio, con mis sueños,
voy por las ramas.
Siempre fuiste lapacho.
De brazos duros,
y voz firme,
inteligente.
En cambio soy agua que corre
y toma las formas de la orilla,
acompañando los cambios permanentes de humor,
o preocupaciones tuyas.
Sueñas, y me haces soñar.
Ríes y lo hago contigo,
en humor tranquilo, sereno.
pero por favor no llores,
que me pondré a llorar.

Me enseñaste lo que soy.
Hiciste míos tus sueños,
me diste casi todo lo que tengo.
Mi trencito eléctrico,
mi bicicleta inglesa, de color azul.
Y nuestras peleas...
Pero siempre, el regreso a casa.
Y de nuevo el día a día.
Y el volver a mirar el futuro,
Paso a paso,
empujando juntos.
Tú, siempre adelante.
yo, con mis sueños, un poco por más atrás.
Somos casi iguales, pero diferentes.
Como copia renovada de vida,
así como la mar se asemeja al río.

La vida ha gastado mi rostro
para que sea casi igual al tuyo.
Y lo digo con orgullo:
Tengo sangre de la tuya, pues soy hijo tuyo,
y tú eres...
Mi padre!

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