jueves, 16 de septiembre de 2010

Mi saco gris.

Hace muchos años, mi madre me regaló un buen saco de lana, tipo sastre, muy elegante, de color gris. Es muy bien abrigado, como para utilizarlo en ocasiones de tiempo fresco, y de tenida formal. Lo suelo utilizar con camisa y corbata, o con jeans y mocasin, de acuerdo a la necesidad.En los años que pasaron desde que mamá nos observa desde una dimensión diferente, ese abrigo sirve como vínculo entre ella y yo. Los instantes que recuerdo con mamá son infinitos, y están a mi alcance, pero mucho más cuando luzco ese saco grís.Con el tiempo, la melancolía me visita a menudo (O tal vez sean los años...) Mamá era una amiga excelente, de conocimientos sin fin, de risa sumamente facil, y ciertamente daba gusto estar cerca de ella. Heredé su gusto por la lectura, los buenos modales, y de alguna, manera trato de escribir como lo hacía ella. Hoy, melancólico como estoy, sacaré del ropero aquel querido saco gris, e invitaré a mamá a compartir conmigo un café con medialunas, a ver vidrieras e un shopping cualquiera, a sentarnos a ver la gente que pasa, o a oir alguna de las tantas historias que a ella tanto le gustaba contar.Y entonces, entre las muchas cosas que tengo para contarle yo, cosas nuevas, alegrías nuevas, o tristezas viejas, le diré cuánto, cuánto la quiero. Y cuánto, cuánto la extraño! Y elegantemente, con mi saco grís, y con orgullo, la llevaré del brazo.

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