Por permitir que ocupe
ese pequeño espacio intangible en tu vida,
te doy
mis madrugadas y aquel lucero;
mis mañanas frescas
y el sol.
La brisa fresca
y la gente que sonrie.
Mi primer pensamiento es para tí,
al despertar.
Mi tiempo,
y mi vida toda te la daría,
si me lo pidieras.
jueves, 16 de septiembre de 2010
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